jueves, 9 de junio de 2016

HERRAMIENTAS DE COACHING APLICADAS AL LIDERAZGO EN HSE-Q

Un comparativo con los equipos deportivos ganadores


Autor: Fabiola María Betancur Gómez, Socióloga, Magister en educación, Especialista en Promoción y Comunicación de la Salud, Coach ontológico. Teléfonos: (4) 312 32 18 Celular: 3154781737



Introducción

Cuando se ha estudiado el funcionamiento de los equipos deportivos ganadores, se ha encontrado en sus coaches, un estilo muy particular de dirigir basado en metas claras, habilidades de comunicación, influencia y toma de decisiones, pero ante todo en un acompañamiento en terreno sistemático y estructurado. El coaching en este contexto se ha definido como “un sistema para el crecimiento y desarrollo del jugador mediante su acompañamiento en el terreno de juego...”[1]. Es una filosofía de dirección y un estilo de liderazgo que busca mejorar el desempeño individual y del equipo, para lograr resultados exitosos.

Sin embargo, este estilo de liderazgo centrado en hacer bien las cosas, ha trascendido en los últimos años a un estilo de gestión donde el líder busca influir en los equipos de trabajo a partir de su propia transformación como ser humano. El liderazgo en salud, seguridad, cuidado ambiental y calidad (HSE-Q) significa dejar de ser supervisores centrados en vigilar, castigar o aconsejar, cuando la gente se desvía de las normas, y comenzar a ser jefes/coaches centrados en observar, acompañar, facultar, preguntar, proponer y lograr acuerdos de manera efectiva.

Diferentes escuelas de coaching coinciden en afirmar que este proceso es el arte de trabajar con los demás, para que ellos tengan resultados fuera de lo común y mejoren su desempeño. La Federación Internacional de Coaching[2] (ICF por sus siglas en inglés) define el coaching como “la colaboración con los clientes en un proceso creativo y estimulante que les sirva de inspiración para maximizar su potencial”. Para Newfield Network, una de las principales escuelas de coaching ontológico, el coaching  es “el arte de acompañar a otros en un proceso de aprendizaje que busca expandir el poder de acción, la efectividad y el bienestar, por medio de la ampliación de nuestras interpretaciones que tenemos acerca de nosotros mismos, los otros y el entorno” [3].

La reciente disciplina del coaching ha hecho grandes aportes a este nuevo estilo de liderazgo que, en vez de mandar y controlar, busca que las personas, por sí solas, tomen las mejores decisiones en situaciones de riesgo guiados por los valores y estándares de comportamiento que se espera hayan sido construidos colectivamente. Este proceso se apalanca en una serie de herramientas tales como: la orientación a partir de una visión, el desarrollo de competencias del hacer y del ser, el acompañamiento en terreno y la retroalimentación al desempeño mediante un método que equilibre la confrontación respetuosa y los reconocimientos. Estas herramientas se describen a continuación de forma breve, mediante un comparativo con los equipos deportivos ganadores.

Orientar a partir de una visión

Los equipos deportivos ganadores establecen su propia visión y sus propias normas de autocontrol y disciplina, para conseguir el objetivo a largo plazo (ser campeones mundiales). Cada partido de cada semana es la oportunidad para revisar estrategias y tácticas que apunten a la visión. De la misma manera, el jefe coach debe alinear a su equipo de trabajo con la visión de la organización y la de HSE-Q (cero lesiones, cero emisiones, cero defectos, cero inconformidades...), y ello conlleva tener objetivos claros que le permitan a las personas caminar en tal dirección.

La visión debe fundamentarse en los valores del cuidado a la salud, a la seguridad, al ambiente y a los requerimientos del cliente, sobre los cuales el jefe/coach debe reflexionar con su gente para bajarlos al terreno de lo práctico con comportamientos específicos. Dichos comportamientos ofrecen una base para la comunicación diaria entre todos los actores del proceso, ayudan a encontrar la mejor solución a los problemas y dan fundamento a las conversaciones que se hacen sobre el desempeño. Son cada vez más los trabajadores que, apoyadas en una visión y unos valores compartidos, tienen los argumentos necesarios para dar una retroalimentación a un compañero que se está comportando por fuera de los estándares, o para no seguir una orden que va en contravía de las normas establecidas. De la misma manera el líder tendrá claro lo que debe observar para entablar conversaciones efectivas con su gente y mejorar su desempeño.

Cuando la gente participa de un proceso de clarificación de valores relacionados, por ejemplo, con la salud y la seguridad, la percepción que al final tienen de su realidad se hace desde un nivel más alto de conciencia. Este momento hay que aprovecharlo para que las mismas personas, desde esta nueva perspectiva, generen planes de acción que les ayuden a resolver colaborativamente los problemas generados en el nivel de conciencia anterior. El jefe/coach asume el rol de vigía de los compromisos, para que dichos planes se lleven a la práctica de forma coordinada. Si el líder simplemente se limita a recitar la visión y a decir “es allá hacia dónde hay que ir y esto es lo que acordamos”, pero sus emociones y sus comportamientos expresan todo lo contrario, el efecto en la gente es de confusión o cinismo, pero no de colaboración.

Facilitar el aprendizaje que articule el hacer con el ser

El coaching está orientado a desarrollar las habilidades individuales y de equipo que son clave para alcanzar los resultados esperados. Cada uno de los jugadores de los equipos ganadores quiere ser el mejor en su oficio, pero sin perder la interacción con el resto de sus compañeros, y para ello deben entrenar diariamente.

Estas características de los equipos de las grandes ligas se pueden aplicar también a los equipos de trabajo que buscan mejorar su desempeño en el marco de los sistemas de gestión: diariamente debe existir un espacio para generar un mayor conocimiento y control sobre los riesgos, bien sea ampliando su marco de referencia mediante una capacitación, participando en la solución de un problema o recibiendo una retroalimentación de su líder. Estos espacios también deben servir para socializar los nuevos conocimientos, debatir sobre un estándar de trabajo, negociar puntos de vista sobre el control de un riesgo y mejorar los procesos o formas de operar.

Se trata de desarrollar las habilidades técnicas para generar las soluciones más convenientes a los problemas que ellos mismos identifican, pero también las habilidades sociales que hacen posible trabajar en equipo, comunicarse asertivamente, aprender a aprender, aprender a desaprender y hacer seguimiento a los planes de acción, y a las metas propuestas. El aprendizaje individual que no conlleva acciones de ningún tipo no es aprendizaje, sólo es información carente de valor.

El jefe/coach debe conocer las necesidades de formación de su equipo y de cada uno de los integrantes en relación con los riesgos a los que está expuesto y, especialmente, en relación con los retos propuestos para el desarrollo de la cultura preventiva. Luego debe estar atento a que los conocimientos, habilidades y motivaciones que el sistema demanda estén alineados con los contenidos de la formación. Dar capacitación sin tener claros los comportamientos que se quieren cambiar y las metas de desempeño que se desean lograr, es una fuente de pérdida para la organización y de desmotivación para las personas.

Observar, acompañar en terreno y retroalimentar

El sitio de trabajo del coach de un equipo deportivo no es la oficina sino el campo de juego, allí permanentemente está observando a cada uno de sus jugadores para identificar debilidades en la técnica que aplican o para reforzar un comportamiento exitoso. Así mismo, observa al equipo, como conjunto, para ayudarles a mejorar las estrategias o tácticas de juego.

En las organizaciones tradicionales los supervisores ocasionalmente observan a sus colaboradores y cuando lo hacen están concentrados en buscar errores y castigar produciendo, en ellos, resentimiento, apatía, miedo o desconfianza. Por el contrario el jefe/coach de la empresa emergente está en el terreno observando de una manera diferente para acompañar y conectar a la gente con sus valores y emociones, y propiciar, mediante conversaciones efectivas, nuevos aprendizajes y formas de percibir y actuar frente a los problemas. El jefe/coach va más allá de la retroalimentación (feedback) tradicional y se basa en procesos de escucha empática y cuestionamiento profundo, para facilitar que ellos mismos descubran nuevas perspectivas de actuación y de aprendizaje.

La presencia en terreno es lo que le da al jefe/coach el conocimiento profundo de cada uno de los colaboradores pero también del equipo en su conjunto y, a su vez, este conocimiento le permite tener un estilo de liderazgo diferente para cada situación. La observación del jefe/coach se dirige a los comportamientos críticos que deben ser mejorados, se focaliza en aspectos objetivos para evitar evaluar o juzgar a la gente y se guía por estándares de desempeño, gracias a los cuales las personas conocen previamente lo que se espera de ellas. Sin embargo en ésta observación hay una paradoja: se observa a partir de estándares (dominio de la objetividad) para evitar errores en la evaluación, pero la intervención debe ir más allá de las acciones y tocar los modelos mentales de las personas (dominio de la subjetividad). Se espera que el jefe/coach se pueda sintonizar con las creencias, emociones y valores del colaborador, para estimular en él una nueva conciencia, desde donde pueda ver nuevos caminos y acciones.

El jefe/coach necesita desarrollar la habilidad de preguntar más que de responder, y entender que es mejor recibir la respuesta equivocada a la pregunta “correcta” y no la respuesta “correcta” a la pregunta equivocada. Por ejemplo, cuando alguien se desvía de un estándar de HSE-Q, el jefe/coach no es el que le recuerda la norma o le da las respuestas sobre la manera correcta de hacer la tarea, sino aquel que sabe hacer preguntas poderosas que tocan el dominio emocional del colaborador para que el mismo genere sus propias respuestas, a partir de las cuales se construye el curso de la conversación.

Retroalimentar NO es:
Retroalimentar productivamente SI es:

-       Dar consejos.
-       Recordar una norma
-       Juzgar, reprochar o castigar.
-       Halagar o esconder errores.
-       Hacer promesas.

-       Describir el comportamiento observado
-       Indagar en el punto de vista del trabajador, sin juzgar.
-       Escuchar con empatía las explicaciones y las emociones.
-       Hacer preguntas poderosas.
-       Estimular la búsqueda de soluciones a los problemas.
-       Establecer acuerdos y fechas límites para la acción.
-       Hacer seguimiento a los acuerdos.
-       Reconocer los cambios.


Retroalimentar gráficamente

Un aspecto importante de la evaluación lo constituye el proceso de medición. Los equipos deportivos, además de recibir retroalimentación durante el juego, pueden observar, en tableros de grandes dimensiones, el puntaje alcanzado. Esta situación los estimula a buscar nuevas tácticas, en caso de encontrarse en una situación de desventaja con respecto al contrincante, o a continuar con la estrategia cuando el puntaje es favorable para el equipo.

La medición en las organizaciones generalmente ha tenido una connotación negativa porque se asocia con los accidentes, errores, defectos, desperdicios, ausencias, entre otros. Como consecuencia, los resultados de dicha evaluación están seguidos del refuerzo negativo. Hoy las empresas están buscando indicadores proactivos (antes de que ocurran los eventos) para medir el desempeño y encontrar mayores oportunidades de refuerzo positivo.

En HSE-Q el sistema de medición debe incluir el indicador de comportamientos críticos positivos. La frecuencia de la medición, según sea la característica de la situación, oscila entre diario y semanal, y la comunicación de los resultados debe ubicarse en tableros visibles en la planta. La retroalimentación gráfica garantiza un progreso más rápido en el cambio de comportamientos que si se espera hasta el final de un período para dar un refuerzo colectivo.

Además la retroalimentación gráfica y periódica sobre los comportamientos, estimula a las personas a buscar nuevas estrategias antes de que ocurran los accidentes, mientras que la que se hace al final de un período, normalmente está soportada en síntomas y por lo tanto muchas lesiones, defectos, desperdicios, inconformidades, ya han ocurrido.

Concluyendo, el jefe/coach, a diferencia del jefe que se apoya en el mando y el control, tienen clara la visión de lo que la empresa quiere lograr en HSE-Q y no solo los problemas o eventos que necesitan evitar o corregir; sabe cuáles son las habilidades relacionales que él y su equipo necesitan desarrollar y no únicamente las habilidades técnicas asociadas a los riesgos. Se enfoca en indicadores antes del hecho relacionados con los comportamientos críticos positivos, en vez de estar reaccionando a los accidentes e incidentes. En otras palabras sabe guiar, inspirar, servir, retroalimentar y reconocer los logros por pequeños que estos sean.

Bibliografía consultada

Fabiola María Betancur G. Salud Ocupacional: un Enfoque Humanista, Bogotá, Colombia, McGraw Hill, 2001.

Fabiola María Betancur G. Coaching en seguridad.  Revista Protección y Seguridad. Consejo Colombiano de Seguridad, julio/agosto de 2004.

Fabiola María Betancur G. Aprendizaje integral: una propuesta para el cambio del comportamiento en el trabajo. Medellín: FBG consultoría, 2008.







[1] Gilberto Salazar T, Mauricio Molano C. Coaching en acción. Como desarrollar equipos de ventas de alta competitividad, Bogotá, McGraw Hill, 2000.
[2] Confederación Internacional de Coaching (ICF). En: www.coachfederation.org.
[3] The Newfield Network. En: www.neufield.cl

domingo, 5 de junio de 2016

Cultura de Seguridad y Salud en el Trabajo


Autora: Mercedes Landaida Ortiz, Jefe de Cultura de Seguridad, Grupo de Empresas Turbus, Chile.


¿Qué es cultura de seguridad?, Tradicionalmente se piensa de ella, cuando hay empresas donde los trabajadores se accidentan poco o mucho y responsabilizamos a las personas encargadas de la seguridad. Desde una visión más lineal, que es la más usada, los colaboradores son los agentes de la seguridad y los cambios. Acá hacemos foco a la falta de atención, distracción, apuro por terminar las tareas, experiencia laboral, entre otros. Sin embargo, cuando leemos la bibliografía sobre este tema y vemos lo que se está viendo en países desarrollados en estas materias, es mucho más que personas, tasas, accidentes y estándares de seguridad.

Cultura de seguridad, está vista desde una visión sistémica de la organización, definida como un contexto o centro de trabajo, que provoca creencias compartidas en los trabajadores, generando comportamientos, que terminan en prácticas a la hora de resolver problemas de seguridad. Por ende para generar cambios conductuales debemos trabajar sobre el contexto.

Es una construcción social, según Simard, M. (1998), ya que los tipos de cultura se definen por dos elementos: La participación de los empleados y la de la gerencia, los cuales determinan cuatro tipos. El primero es el Fatalista, donde la seguridad es de responsabilidad divina o fortuita, por lo que no hay compromiso de los colaboradores y la gerencia en estas temáticas. El segundo, de Oficio que, se basa en la experiencia de los trabajadores en temas de seguridad y cómo ellos resuelven las problemáticas según lo que han aprendido con el tiempo y les han enseñado otros. Hay un gran compromiso  de parte de ellos, pero no de la gerencia, nos responsabilizándose por los procesos. El tercer tipo corresponde a la cultura Normativa, donde viven organizaciones con tremendos sistemas de gestión y procedimientos bien elaborados, pero lamentablemente a los trabajadores no les hacen sentido y no los hacen parte suyo, por lo mismo hay un alto compromiso por parte de la gerencia, pero no de parte de los empleados. El cuarto y último es el Integral, que es una mezcla lo mejor de la de Oficio y la Normativa, generando compromiso fuerte de la gerencia, liderazgo y una participación efectiva de los colaboradores, tomando la experiencia de los trabajadores de la primera línea de fuego, realizando sistemas de gestión y procedimientos, donde los trabajadores son parte de los procesos y se sienten comprometidos con las estrategia de seguridad de la organización.

En general las organizaciones tienen más de un tipo de cultura. Sería una utopía decir que una empresa es solo cultura normativa, ya que éstas las componen personas, por lo que tenemos una variedad de comportamientos y áreas que tienen su propia cultura interna. Sin embargo, las organizaciones deben tener como objetivo vivir una cultura integrada, teniendo en cuenta el liderazgo y la participación, haciendo foco en lo técnico como por ejemplo en los, procesos de capacitación, creando sistemas de gestión en seguridad, tomando en cuenta el factor humano, para ver la seguridad desde una visión más sistémica y como esta se relaciona entre sí.

En una empresa que he tenido la ventaja de desempeñarme se está innovando al generar un área de cultura seguridad corporativa para sus tres líneas de negocio, donde se ha realizado una estrategia en base a 4 elementos el control de incidentes, la salud integral, el desarrollo de las personas en temas de seguridad y en cultura de seguridad, cumpliendo parámetros de eficiencia, innovación e integración de la familia, alineado con las necesidades de la organización. La meta es proteger a las personas. Por lo mismo se desarrolló un modelo asociado a un sistema de gestión que sea sustentable en el tiempo, basado principalmente en la capacidad de mejorar las conductas de las personas y su toma de decisiones a la hora de resolver problemáticas de seguridad.

Actualmente la estrategia interna para desarrollar una cultura más integrada de seguridad, se basa en el diagnóstico que nos dará una visión de cómo se encuentra la organización en temas de seguridad desde una mirada de bienestar psicosocial, clima laboral, percepciones de los trabajadores, estadísticas de incidentes, entre otros y en la Intervención, donde se utilizan cinco herramientas de implementación permanente y sustentable que definen la forma de generar un plan de trabajo con el fin de resolver problemas y establecer estándares de seguridad, que se adecuarán a las necesidades de cada área a través de la innovación, el desarrollo integral de la familia, los procedimientos, sistemas comunicacionales. Todo esto, con el objetivo de mejorar la cultura de nuestros equipos de trabajo, reflejando una mayor coherencia, repercutiendo en mejores decisiones, menos incidentes en el trabajo y mayor bienestar en las personas.