“No se puede gestionar aquello que no se puede medir y no se puede medir lo que no se puede describir”.
Así
reza la descripción de la filosofía de resultados innovadores propuesta por
Robert Kaplan y David Norton en su célebre obra del cuadro de mando integral.
Esta herramienta de dirección estratégica ha sido tan bien asimilada por las
empresas que incluso han extendido su alcance a la gestión de distintos rubros
o aspectos de la organización que consideren estratégicos. En general, la idea
de esta metodología innovadora es el desarrollo de estrategias y medición de su
rendimiento en función del tiempo y por supuesto, otras variables de interés.
La
gestión de Seguridad y Salud el Trabajo (SST en adelante) es hoy un elemento
estratégico de las empresas siendo argumento para tal denominación un enfoque
en dos dimensiones bien definidas: la ética y la económica. En principio, las
leyes y constituciones de los países, en su gran mayoría (desconozco
honestamente, casos diferentes) están basados en la definición del ser humano,
considerada per se, el fin supremo de la sociedad y por el solo hecho de ser
persona humana le es inherente derechos fundamentales; siendo su vida y salud
parte de aquellos. Entonces, tenemos claro que desde el punto de vista ético,
las empresas que desarrollen sus operaciones en países bajo estas premisas y
con instrumentos jurídicos debidamente estructurados y desarrollados para
legislar adecuadamente estos aspectos, tendrán que respetar y fomentar la ley
en ese sentido. El segundo enfoque, está directamente relacionado con el
objetivo fundamental y básico de las empresas: incrementar rentabilidad en una
complicada ecuación de optimización de costos y maximización de utilidad. Está
claro que los incidentes representan costos directos e indirectos de alto
impacto en la gestión financiera de las empresas. Los primeros ocurren cuando
un incidente ha traducido su potencial de riesgo en un hecho real y lamentable
(un accidente laboral, un incidente material, etc.), sus costos varían y pueden
en el peor de los casos, significar el fin de una empresa (casos así hay varios
y cumplidamente documentados). Los segundos son más difíciles de calcular pero
existen e impactan en igual medida a las empresas. Éstos se reflejan
normalmente en las tasas de rendimiento laboral afectadas por el absentismo
laboral.
Pues
bien, la gestión SST es entonces, estratégica. Muchas empresas han considerado
la Seguridad como un Valor Organizacional, como un elemento fundamental de su
filosofía de trabajo e incluso determinante para decidir el destino de un
simple trabajo operativo o de un megaproyecto. Atrás quedó aquella infame época
en la cual las fatalidades se consideraban dentro de los presupuestos
económicos así como ocurría en la construcción de grandes rascacielos en Nueva
York, allá en los años 1920. La Seguridad es un valor, es una meta empresarial
y debe tener una estrategia de gestión la cual debe ser medible y mejorable.
Para
medir la gestión a través de resultados se utiliza el célebre indicador de
frecuencia de accidentabilidad (IF en adelante). Vamos a hablar un poco de él y
sus relaciones a veces anárquicas. Para empezar, éste indicador es famoso
porque casi todos los estándares SST lo mencionan, lo definen e invitan a
usarlo. El reglamento de hidrocarburos en el Perú lo ha declarado también, así
como la resolución ministerial del MINSA en donde se brindan las pautas para
implementar un SIVEO (Sistema de Vigilancia Médico Ocupacional), aunque este
último con una ligera variación. El IF
es definido mediante la siguiente ecuación: IF=número de accidentes graves por
un millón dividido entre el total de horas hombre de exposición al riesgo de
toda el universo laboral de una empresa.
Así
tenemos:
|
Fig.
01. Índice de Frecuencia.
Fuente.
D.S. 043-2007 EM.
|
Esta
simple fórmula guarda muchos detalles que vale la pena considerar. En
principio, el resultado no es adimensional, al contrario representa la cantidad
de accidentes graves de una empresa en relación a un total de horas de
exposición al riesgo de todos los trabajadores. Estas horas de exposición al
riesgo están definidas por el total de horas en cada trabajador está sometido a
un riesgo (el que fuere). Técnicamente, esto implica el turno laboral completo,
incluyendo horas de transporte (si la empresa lo asume), horas extras,
descansos trabajados, actividades en locaciones externas dentro del horario
laboral o extra laboral según lo haya determinado formalmente la empresa. Sin
embargo, es preciso mencionar que es muy importante apelar al concepto legal de
un incidente o accidente laboral pues las distintas legislaciones que lo
refieren suelen tener discretas diferencias. Sobre todo en normas sectoriales.
Aclarado este punto, sigue hablar sobre el denominador del IF el cual se
calcula realizando una sumatoria en la que sus sumandos representan las horas
de exposición al riesgo individual de cada trabajador multiplicados finalmente
por una unidad de tiempo definida para medir el indicador, normalmente es de 30
días. Por ejemplo, si yo trabajo en el taller de mecánica 08 horas diarias, 05
días a la semana, estaré expuesto a riesgos al menos 160 horas en un mes (30
días). Este cálculo se debería realizar para cada trabajador, aunque si el
régimen es homogéneo, se puede factorizar por supuesto. No obstante ésta es la
versión más simple de la fórmula (en su denominador) pues las empresas
industriales tienen sistemas de trabajo (20x10, 5x2, 4x2, etc.) que hacen un
poco más complicado el cálculo. En esos casos se deberá trabajar de forma
independiente y estimando aritméticamente de ser el caso. El valor de las horas
de exposición al riesgo es acumulativo y se debe ir autosumando a través del
tiempo (la idea es completar 12 meses). En este caso, debería ser mensualmente.
Si por ejemplo en enero resultaron 100 000 horas y en febrero 80 000, el
cálculo del indicador para el mes de febrero debería ser 180 000 horas.
Hablemos
ahora del millón que aparece en el numerador. Éste número puede llegar a ser
determinante e inclusive puede brindar resultados inexactos al momento de medir
el IF y lógicamente, la gestión SST. El millón del numerador es un parámetro
escalar, carente de unidades, totalmente adimensional, colocado allí para hacer
más fácil el cálculo y resultado final de la ecuación fundamental (accidentes
graves entre horas de exposición al riesgo). El resultado de toda ecuación
basada en un cociente se relaciona de forma proporcional directa con su
numerador e inversa con el denominador. Si el denominador es mayor que el
numerador, entonces el resultado tenderá a cero, será cada vez más pequeño, en
el caso contrario, el resultado será grande y tenderá a infinito (no es así en
la práctica pero es el concepto algebraico).
Entonces, lo natural es que el número de horas de exposición sea mayor
que el número de accidentes graves (el caso contrario es imposible, con toda
certeza). Siendo así, el resultado de la ecuación accidentes graves entre horas
de exposición va a ser muy pequeño, tal vez 0.000005 o algo por el estilo, pues
¿qué creen? Ahí viene el millón al rescate, a salvar la situación y forzando a
tener un valor más visible en la recta numérica: el punto decimal del resultado
correrá a la derecha 06 veces (pues es la cantidad de ceros del millón).
A
estas alturas tenemos decodificada la fórmula, sabemos que necesitamos
contabilizar accidentes graves (aquellos que registran severidad de más de 01
día de descanso médico), los cuales debemos multiplicar por el parámetro de 1
000 000 y finalmente dividirlo por la cantidad de horas acumulativas de
exposición al riesgo por cada mes (normalmente). Esto nos dará un resultado que
per se no nos dice nada a menos que lo comparemos con un valor o parámetro
predefinido. Norton y Kaplan de quienes hablamos al comienzo, sugieren el uso
de un tablero balanceado de gestión con valores meta para cada indicador
estratégico, siendo el IF uno de ellos presumiblemente.
Parece
ser que todo se ve genial pero la formula olvida un pequeño detalle muy
trascendental, las empresas también se definen por su tamaño. Así que habrán
grandes, medianas y pequeñas. Desde gigantes que junto a sus contratistas
tienen hasta más de 10 000 trabajadores hasta modestas con apenas 10 o menos
trabajadores. En empresas muy grandes se espera tener un IF que oscile entre el
cero y uno en su valor pero en las pequeñas, el valor puede ser muy alto,
superando el orden del cien (o sea entre cien y mil). Ahora la justicia de la
medida de la resultante del IF depende del valor comparativo del indicador o lo
que es lo mismo, la meta del indicador. He escuchado que la meta internacional
es 1.5. Si tienes ese valor en tu empresa entonces están en el top.
Imagínate ahora que trabajas para una operadora del sector de energía y minas,
por ejemplo, y su meta es 1.5. Puede, según la aplicación de la fórmula, que tu
resultado de IF sea por ejemplo 58.5. Eso sería escandaloso comparado con la
meta propuesta (1.5), pero ¿realmente la gestión SST está tan mal?, quizá el
resultado salió así con tan solo un accidente grave de severidad moderada (por
ejemplo una contusión de 03 días descanso médico). ¿Podríamos inferir a partir
de aquí, que la gestión SST de tu empresa es un fiasco? Responderemos al
unísono que no y con toda justicia. ¿El culpable? Sí, el inefable parámetro de
un millón, el que no debió usarse. Hay casos extremos. Por ejemplo una empresa
puede acumular un millón de horas de exposición al riesgo en 04 años de
trabajo, lo cual quiere decir que su parámetro debió ser al menos 250 000.
Ahora
intentemos interpretar el resultado del IF. Técnicamente está definido por sus
unidades, dimensionalmente el IF es igual al número de accidentes graves en un
tiempo determinado. El resultado mayormente es decimal, lo cual hace un poco
bochornosa la interpretación. Por ejemplo 1.5 es algo así como 1.5 accidentes
graves en un tiempo dado. Los accidentes son valores discretos y no decimales
pero aceptamos el valor pues representa una aproximación de ocurrencias en
función del tiempo (tal como he comentado repetidamente). De manera que una
medida justa es comparar la cantidad de accidentes graves considerando el
tamaño de la empresa y la severidad de los riesgos. Usemos como input la historia
de accidentabilidad de la empresa (estadísticas) y el IPERC. Ahora, la cosa se
complica si la operadora exige el uso del millón y luego se molesta mucho
cuando el resultado de tu IF se aleja de su meta. En ese caso, no debemos
sentirnos mal, ya sabemos porque pasa eso. Algunos estándares (el español me
parece es uno de ellos) usa como referencia 200 000 horas y eso está bien pero
no perdamos el enfoque. Así el parámetro tenga el valor que tenga, eso no
importa, es un artificio matemático para facilitar los cálculos. Eso no debería
ser determinante.
Medir
la gestión SST es entonces un procedimiento necesario y objetivo. Estructurar
sus indicadores desde indicadores de resultados tales como el IF y el IS
(índice de severidad) es fundamental pero siempre y cuando sean enfocados a la
realidad de la empresa y además soportados en indicadores operacionales
(recuerden el control operacional que propone OHSAS 18001). La interpretación
de resultados debe ser correcta y objetiva para poder plantear oportunos ajustes
a nuestro sistema de gestión. Y lo más importante, no olviden que estos
resultados son fríos números que a veces resultan chicos para medir una gestión
HSE.
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