Claudio Cesar Pontes, Experto
de Prevención de Riesgos Laborales,
Hoy en Brasil
vivimos tiempos de relativa tranquilidad. Aunque la crisis económica mundial ha
afectado algunos sectores específicos de la economía, nosotros, como
profesionales de la prevención, poco sentimos en nuestra vida cotidiana en las
compañías.
Pero no siempre
fue así, vivimos durante décadas luchando contra la recesión, la inflación y el
desempleo y fue justo en este contexto que varias generaciones de prevencionistas se formaron.
Como todos
podemos imaginar el sector de Prevención de Riesgos Laborales no pasó inmune en
este proceso y cientos de prevencionistas
todos los días tenían que trabajar con un presupuesto muy bajo y con
trabajadores sobrecargados, dispuestos a arriesgarse en actividades peligrosas
simplemente por el miedo a perder su empleo.
Muchos de estos
profesionales siguen activos y podemos aprender lecciones valiosas de ellos.
Tuve la suerte de convivir y trabajar con algunas de estas personas, y les digo
con propiedad que una de las diferencias más notables de la "Old
School" brasilera y nosotros, que empezamos nuestra carrera profesional en
los años 90 y 2000, es el sentido de la priorización
y la capacidad de asumir riesgos.
Sí estimado
lector, no has leído mal. El término "asumir riesgos" que parece tan
reacio a la filosofía prevencionista ha sido la palabra del orden en este país
de playas y selva, desde el cual les escribo.
Durante décadas,
el "no es económicamente viable" o el "no tenemos personal
disponible" ha aterrado mis compatriotas. Sin embargo, fue precisamente en
este contexto que el concepto de priorización
ha echado raíces profundas en el sector PRL brasileño.
La mirada
crítica y un análisis detallado del costo-efectividad de las intervenciones de
seguridad han hecho que aquellos profesionales asumieran una postura mucho más racional
y sensata con relación a los proyectos y campañas del sector. Lo que me
recuerda las onerosas campañas, pero poco fructíferas que hacemos en nuestras compañías
donde invertimos una gran cantidad de energía y recursos en algo que va a tener
un pequeño retorno, o incluso un retorno cuestionable.
Cuando nuestras
organizaciones pasan por momentos difíciles es el tiempo de evaluar y revisar
cómo aplicamos nuestros recursos, es el momento de recordar que mucho más que
cumplir con la legislación, nuestro papel es proteger al trabajador. Debemos
dejar a un lado las medidas cosméticas.
Hace unos meses
tuve la oportunidad de renovar el proyecto de Protección Respiratoria – PPR –
de una instalación de producción de cemento de una reconocida constructora
brasileña. Me quedé impresionado con la capacidad técnica del sector de PRL.
Pero con los días constaté que aquellos expertos en prevención dedicaban la
mayor parte de su tiempo completando documentación autoimpuesta... Pura
pirotecnia. Muy poco se involucraban en los asuntos del día a día de la
fábrica. Por varias veces fui testigo del día de estos profesionales que se
resumían en llenar hojas de procedimientos y contestar correos electrónicos.
En tiempos de
estabilidad financiera la empresa puede permitirse el lujo de mantener este
cuadro improductivo desde el punto de vista de la prevención, pero cuando el número
de empleados se reduce debemos buscar nuevas formas de optimizar el trabajo del
sector para que la seguridad se vea mínimamente afectada.
Hoy en Brasil
vemos de nuevo la crisis acechando en el horizonte, pero son precisamente los
tiempos de crisis que ponen a prueba nuestra flexibilidad y capacidad de
adaptación y de estas habilidades depende de la garantía de que esta misma
crisis no va a contribuir a un aumento en el número de accidentes y
enfermedades ocupacionales.
Que las futuras
generaciones puedan ver que a pesar de las dificultades avanzamos.
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